Son tan antiguos como la propia cocina, se hacen sobre todo en Semana Santa y fiesta de Todos los Santos. Libres de fechas, se disfrutan porque están buenísimos, no engordan, aunque también se pueden rellenar con crema a gusto de cada cual.
Se llaman de viento por estar vacíos por dentro, aunque siempre es tentador incorporarles algo, los convertimos entonces en profiteroles.
Salen unas 40 unidades con estos ingredientes:
- 150 g de harina
- 200 ml de agua
- 50 ml de leche
- 40 g de manteca
- 4 huevos medianos
- 1 cucharadit. de polvo de hornear
- 1 pizca de sal
- 2 cucharaditas de azúcar
- Aceite para freír
- azúcar
- canela en polvo.
Hacemos la masa tamizando la harina, que pasamos por un colador, esto es para que quede aireada y libre de grumos.
En una olla ponemos a hervir la leche, junto con la manteca, también el azúcar y la sal. Fuego medio.
Cuando empiece a hervir apagamos el fuego, apartamos del fuegp y echamos toda la harina de un golpe, mezclándolo todo muy bien, una espátula facilitará que no haya grumos. El aspecto ha de ser homogéneo y la masa debe despegarse fácilmente de la olla.
Agregar un huevo a esta mezcla y batimos con una batidora eléctrica y mezclamos hasta que se integre completamente en la masa.
Agregar uno a uno los nuevos restantes junto con el polvo de hornear.
Tapamos el recipiente con papel film y lo dejamos reposar en el frigo una hora.
En una sartén honda ponemos abundante aceite a fuego fuerte.
Cuando el aceite esté muy caliente pero sin que dejemos que llegue a humear, echamos un poquito de masa, esto es para ver si se quema rápidamente, lo que significará que está muy caliente el aceite y si burbujea poco significa que le falta temperatura.
Preparamos una bandeja con papel de cocina para ir poniendo los buñuelos una vez fritos.
Vamos cogiendo porciones de masa ayudándonos con dos cucharitas y las colocarmos en el aceite con cuidado.
Lo ideal es ir dándolos vuelta con una espumadera, vigilándolos para que se doren parejos. Cuando estén dorados, retirarlos y dejarlos en el papel. Los buñuelos no se deben encimar tampoco luego de fritos asi mantienen su forma. Una vez que se han frito todas las tandas, espolvorearlos con azúcar impalpable y canela o rociarlos con un poco de miel y moverlos con suavidad para que se impregnen.
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